
En una sala desprovista de alma, los Pokémon reales, cual grotescos jarrones de una galería olvidada, danzan en una mesa de mármol. La luz, escasa y tiránica, resalta el absurdo: seres fantásticos en un mundo tan vacío como la risa de un aristócrata en su ocaso.
En una sala desprovista de alma, los Pokémon reales, cual grotescos jarrones de una galería olvidada, danzan en una mesa de mármol. La luz, escasa y tiránica, resalta el absurdo: seres fantásticos en un mundo tan vacío como la risa de un aristócrata en su ocaso.